Radares medusa: qué son y cómo funcionan

Los radares medusa son una nueva modalidad de radar que se está utilizando cada vez más en España y en otros países del mundo. A diferencia de otros radares que se utilizan para controlar la velocidad de los vehículos, los radares medusa tienen la tarea de medir el nivel de ruido que generan los vehículos. Estos radares reciben su nombre por su forma que se asemeja a una medusa, con un núcleo circular de control y cuatro patas que en realidad son micrófonos que miden el ruido.

Radares medusa: miden el ruido de coches y motos

Aunque estos radares no están diseñados para sancionar a los conductores que superan los límites de velocidad, su propósito es penalizar a aquellos que hacen más ruido del permitido por ley. Los radares medusa son medidores de ruido que pueden identificar y sancionar tanto a los coches como a las motos que superen el umbral de decibelios establecido. Esto puede ocurrir como resultado de alguna modificación en el sistema de escape.

Para realizar su tarea, los radares medusa cuentan con una cámara de 360º que les permite captar imágenes en todo su entorno. Al mismo tiempo, los cinco micrófonos (uno en cada pata) miden el nivel de decibelios de cada vehículo, escaneando sonidos hasta 10 veces por segundo.

Actualmente, estos radares están siendo probados en Francia en 14 localidades diferentes. Si los resultados de las pruebas son satisfactorios, el gobierno francés podría considerar la instalación de estos medidores en otros municipios.

La contaminación acústica es un problema grave en las ciudades. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los ruidos que superen los 55 decibelios durante el día y los 50 decibelios por la noche son contaminantes acústicos. Y es que, 50 decibelios es una conversación normal, mientras que una carretera con tráfico intenso puede llegar a alcanzar los 90 decibelios.

Por lo tanto, los radares medusa son una herramienta importante para reducir los niveles de contaminación acústica y hacer que nuestras calles sean más habitables para todos.

 

El problema de la contaminación acústica

La contaminación acústica es un problema que afecta cada vez más a la sociedad actual. El ruido constante y excesivo puede tener graves consecuencias para la salud de las personas, así como para el medioambiente.

La OMS define la contaminación acústica como «la presencia en el ambiente de ruidos o vibraciones molestos o dañinos para la salud del ser humano». Según la OMS, el ruido excesivo puede causar problemas de salud como la pérdida auditiva, el estrés, la hipertensión arterial y los trastornos del sueño. También puede tener un impacto negativo en la calidad de vida de las personas, afectando a su concentración, rendimiento y bienestar emocional.

Además, la contaminación acústica también puede tener un impacto en el medioambiente. El ruido excesivo puede alterar el comportamiento y hábitat de animales como aves, mamíferos y peces. También puede interferir en la comunicación entre animales, afectando a su capacidad de reproducción y supervivencia.

Las fuentes de ruido son diversas, incluyendo el tráfico de vehículos, la maquinaria industrial, la música alta y las obras de construcción. Las ciudades son particularmente vulnerables a la contaminación acústica, ya que la densidad de población y las actividades humanas son mayores.